A todo lo malo, a todo eso que nos pasa y que no nos hace
feliz….
A las redes sociales, que sacan lo peor de nosotros…
A personas tóxicas que nos rodean y que no podemos
erradicar…
A músicas misóginas o violentas, que ni escuchamos detenidamente…
A esperar el colectivo en el medio de la calle…
A bajar del bondi en el medio de la avenida…
A esperar para cruzar la calle ya casi del otro lado de la
vereda…
A cruzar la calle por donde se nos canta…
A gente que nos dice lo que tenemos que hacer, sin
conocernos…
A que cualquiera te diga lo que se le viene a la boca, y si
no te gusta, te mates…
A que un insulto como “boludo” sea nuestra palabra de cabecera…
A que no te saluden cuando llegan al trabajo que compartís
todos los días…
A que los medios oculten la información que les conviene o
que no…
A que la economía nos gobierne la vida…
A que los barras nos saquen el fútbol…
A que los directivos nos saquen el fútbol…
A que los políticos y todo el maldito mundo nos saquen el
fútbol…
A los abogados, los jueces y políticos que se cagan en los
pobres…
A que “los pobres piden en la calle porque no tienen ganas
de laburar"…
A que nos pinten las paredes…
A no poder sacar el celular en el banco por seguridad, de
ellos… y a no poder sacarlo en la calle, ni en el bondi ni en ningún lado por
seguridad… nuestra…
A que no podemos entrar con gorra al banco…
A prejuzgar al que usa gorra…
A pagar justos por pecadores (odio ese refrán desde la
primaria) (y odio todos los refranes)…
A que el prejuicio nos ate y no nos deje ver la real esencia
de las personas…
A matar animales, y no para comer…
A las armas…
A las guerras…
A que quien mata es galardonado…
A que te maten por un par de zapatillas…
A que los asesinos y violadores están en libertad “porque no
hay mas lugar en las cárceles”…
A matar en vida a mujeres inocentes “porque mirá como estaba
vestida”…
A que un piropo no debe molestar…
A tocarle bocina a una piba que camina por la vereda…
A “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago"…
A que “el que abandona no tiene premio” (ya dije que odiaba
los refranes, ¿no?)…
A las frases pedorras de autoayuda…
A la injusticia…
A la meritocracia (que vaya a saber uno qué carajos es)…
A hablar de temas sin saber…
A enojarnos porque alguien que nos dice que no sabemos algo…
A enojarnos porque alguien sabe más que nosotros…
A caerle a jugadores de fútbol con guillotinas del siglo XV…
A comparar cosas o personas que son incomparables. Messi con
Maradona, por ejemplo…
A mofarnos del que pierde y ensalzar al que gana…
A que el éxito tape todas las miserias…
A alambrados de siete metros en las canchas…
A pegarle al que tiene una camiseta distinta…
A apedrear micros del otro equipo porque… ¡No hay por qué!
A que no haya visitantes
A que las dos hinchadas no deben estar a 50 metros de
distancia
A que debe haber más policías que hinchas para “garantizar
la seguridad”…
A que nadie se pueda equivocar… y menos si se te ocurre ser
árbitro de cualquier deporte…
A cortar una calle por cualquier cosa, sea huelga, feria o
cumpleaños de 15…
Nos acostumbramos a cosas que la naturaleza ni se imaginó
que nos podrían pasar. Nuestra idiosincrasia (Modo de ser que es característico
de una persona o cosa y la distingue de las demás) como seres humanos nos llevó
a ser lo que somos ahora, con nuestros defectos y virtudes. Nos llevó a estar
rodeados de elementos materiales y tecnológicos que, nosotros mismos como
humanos, nos creamos la “necesidad”.
En estos tiempos de pandemia, nos dimos cuenta de que todas
estas cosas nos sirven de poco, que lo más importante es estar en la libertad
de poder salir a visitar a nuestra gente y darle un fuerte abrazo. No sé si ser
optimista, realista o pesimista. Quiero pensar que algo va a cambiar después
que termine todo esto. Y espero que cambie, pero lo cierto es que seguramente,
en poco tiempo, volvamos a estresarnos por las mismas cosas que antes, la
diferencia estará en que, al menos, nos detuvimos un tiempo a pensar en lo
esencial.
Últimos dos párrafos añadidos hoy, 29/04/2020